sábado, 31 de enero de 2009

Batalla en Educación

Parece que se presenta una batalla curiosa con la intención de la Consejería de Educación de adelantar el comienzo del próximo curso escolar. A esta iniciativa han respondido de diversa forma los diferentes colectivos del ámbito escolar. Por una parte, los sindicatos de profesores se oponen rotundamente, ya que denuncian que, si empezando en las fechas actuales tienen problemas para iniciar el curso (en cuanto a plantilla y recursos, fundamentalmente), de comenzar con esos días de adelanto los problemas se multiplicarían. Por otra parte está la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, que incluso se están planteando solicitar a la Administración el comienzo de las clases el día 1 de septiembre. Dicen que si el problema también es la conciliación familiar, el curso debería comenzar antes, a favor de las familias en las que trabajan los 2 padres. A todo esto, también van a solicitar un estudio sobre el cumplimiento del horario y el absentismo laboral por parte de los profesores. ¡Ya era hora!

La guerra está abierta. A pesar de ser la comunidad autónoma que menos días lectivos tiene por curso, la solución al problema parece estar todavía bastante lejos. Desde mi punto de vista, creo que es necesario, por varios motivos, y creo que todos tienen que tener cierta flexibilidad a la hora de poder ejecutar ese adelanto. Unos reduciendo sus vacaciones e incorporándose antes a sus puestos de trabajo (ya tienen suficientes vacaciones con 2 meses en verano, las Navidades, y Semana Santa, que en total suman casi 3 meses-quién los cogiera), para poder iniciar el curso con la planificación establecida. Y otros facilitando las plantillas y los recursos necesarios para que todo comience de la forma adecuada.

Desde el realismo, pienso que, se adelante o no se adelante el comienzo del curso, el problema no es de fechas, sino del propio sistema educativo, y mientras éste no sufra determinados cambios, sea en la fecha que sea, siempre habrá problemas de mantenimiento de plantillas de profesores, de habilitación de los recursos e infraestructuras necesarios, de control sobre la función docente, y en muchos casos, de la propia capacidad de los docentes para desempeñar su trabajo con las suficientes garantías.

Y todo esto sin pensar en lo más importante, nuestros NIÑOS y NIÑAS.