miércoles, 1 de octubre de 2008

Tan real como la vida misma

Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta una pareja es querer tener un niño y estar biológicamente imposibilitado para ello. Hoy día, por el ritmo de vida que llevamos, muchas parejas tienen dificultades para tener hijos, y aunque en la mayoría de los casos está provocado por factores psicógenos que una vez eliminados permiten tener descendencia, hay otros casos en los que es totalmente imposible a pesar de los avances tanto médicos como técnicos. Debido a ello, casi todas las parejas se decantan por la paternidad a través de la adopción. Y como en España está tan “fácil” la adopción nacional, en la mayoría de los casos se opta por la internacional.

Tengo varios casos cercanos de problemas de infertilidad. Algunos se han podido resolver por medios técnicos de forma favorable, pero otros casos no han tenido éxito, descartando la paternidad biológica y decidiéndose por la adopción. Habría mucho que hablar sobre la adopción. Desde si es justo pasar por tantos trámites burocráticos, lo lento y largo que se hace todo el proceso, la cuantía económica que supone, etc. Pero a mí lo que más me preocupa e interesa es la situación emocional de la pareja durante todo el procedimiento, desde el mismo momento en que se plantean tener un hijo biológico, hasta que por fin vuelven del viaje de recoger a su “hij@”. No es normal que todo el proceso, desde que se abre el expediente de adopción hasta que “por fin” se viaja al país de orígen a recoger a “su” hij@, tenga una duración de CUATRO años. Si, cuatro años justos. Un embarazo de cuatro años.

Pues eso es lo que han vivido mi prima y su marido, cuatro angustiosos años de trámites, espera, felicidad e impaciencia. Pero ya todo está terminando. El viernes parten rumbo a China para recoger a su pequeña Sofia Yue (“alegría” en chino). Anoche estuvimos compartiendo con ellos su nerviosismo ante tal circunstancia, y se encuentran llenos de felicidad y deseosos de, por fin, estar en su casa con su pequeña. Después de quince días de estancia en China, volverán con ella para enfrentarse a la maravillosa realidad que tantos años han deseado vivir, y que por fin ha llegado. Si quereis conocerlos, y compartir con ellos todos sus sentimientos ante éste nuevo episodio en sus vidas, sólo teneis que entrar en su blog. Os va a encantar.

Desde aquí sólo quiero desearles muy buen viaje y encuentro con su pequeña Yue, que intenten disfrutar al máximo de éstos días en el país natal de su hija, y que estamos deseando de que llegue el día 20 para recibirlos a los 3 a su regreso.

Enhorabuena, papas.