miércoles, 29 de octubre de 2008

Memoria Histórica

Corría el año 1983 cuando, por motivos laborales, mi padre tuvo que “emigrar” a Cádiz para trabajar. Al parecer, al no ser definitivo el cambio, ese primer año estuvo trabajando en Cádiz, mientras mi madre y mis hermanas seguimos viviendo en Sevilla, haciendo la misma vida que hasta entonces. Sabíamos que papá estaba fuera toda la semana, pero que el viernes por la tarde volvía a casa hasta el domingo, cuando regresaba a El Puerto.

Pero al año siguiente, ese cambio se tornó en definitivo y mis padres decidieron que nos trasladáramos todos con él. Ahora me adapto bastante bien a los cambios, pero entonces fue muy difícil para mí. Con 13 años tenía que dejar lo único que había conocido, que eran mis amigos del barrio y mis compañeros del colegio, para comenzar una nueva aventura en un lugar totalmente desconocido, sin saber cómo sería mi vida a partir de entonces. Tuve que dejar atrás muchas vivencias y recuerdos, y con el paso del tiempo casi todas cayeron en el olvido. Mis días de jardín de infancia, donde conocí a mis primeros “amiguitos”, mis juegos en los bajos de mi bloque y en los jardines de la barriada, las aventuras, excursiones y viajes con los compañeros del colegio....

Muchos recuerdos que con la nueva vida que comencé, con nuevos amigos, actividades y aventuras, se desvanecieron en el tiempo. Pero del mismo modo que desaparecieron, retornaron a mi mente el año pasado, cuando, tras muchas peripecias, una antigua compañera del colegio contactó conmigo para comentarme que se estaba organizando una comida de antiguos alumnos del colegio de nuestra promoción, a la que irían hasta los profesores (el “teacher”, Rosa y Aurora, ¡qué recuerdos!), y que si me apetecía ir. La verdad es que ni me lo pensé. Lo único que vino a mi mente es que, después de 23 años de haber abandonado el colegio y dejar de ver a la mayoría de mis compañeros y profesores, iba a volver a estar con ellos. Así que, dicho y hecho. Tuvimos una velada muy emotiva (o por lo menos a mi me lo pareció), donde nos pusimos al día de la historia de cada uno y recordamos nuestras aventuras infantiles, tanto dentro como fuera del colegio. Mi problema inicial era que, como tuve que irme tan joven, por el motivo que comenté al principio, perdí el contacto con casi todos, pero la mayoría de ellos si han mantenido la relación, aunque fuese en pequeños grupitos, yo pensé que habría gente que ni se acordaría de mí, igual que yo no recordaría a muchos de ellos. Pero curiosamente, fue al contrario. Casi todos me recordaron y yo reconocí a la mayoría de los compañeros que asistieron.

Fue bonito, y éste año, con motivo de la Navidad, vamos a repetir de nuevo el evento, al que espero que asistan al menos los mismos compañeros del año pasado y que puedan acudir algunos más, igual que hice yo el año pasado. Pienso que éste tipo de actividades deberían de extenderse, ya que no habría que olvidar de donde venimos, y cuales han sido nuestras vivencias en una de las fases más importantes de nuestra vida para nuestra formación como personas, como son la infancia y preadolescencia. En definitiva, nuestra particular MEMORIA HISTÓRICA.