martes, 4 de noviembre de 2008

El trabajo: el mayor tesoro que tenemos

Hasta el día de hoy, siempre he sabido valorar lo que tengo, y como parte de mi patrimonio, el trabajo que desempeño. Es condición de uno dar de sí todo lo que se puede en el desarrollo del trabajo, y es gracias a esto por lo que en todos los años que llevo trabajando, jamás he sentido el miedo de pensar que un día u otro iba a quedarme en la calle indefinidamente. Incluso he llegado a renunciar a contratos estables por otros de mayor inestabilidad por el hecho de mejorar mis condiciones familiares y psicológicas.

Pero es un día como hoy, cuando se hacen públicas las cifras de desempleo del mes de octubre, cuando valoro más aun si cabe, el poder trabajar en buenas condiciones y desarrollando una función en la que me siento totalmente reconfortado (a pesar de que mañana mismo puedan cesarme). Por todo esto no comprendo cómo puede haber hoy día gente que acudan al trabajo como el que va de paseo un domingo por la mañana al parque, haciendo dejación de funciones, incumpliendo sistemáticamente las normas básicas del buen trabajador, permaneciendo de baja médica un mes si y otro también, maltrabajando en puestos para los que no se está capacitado,… sabiendo que hay personas que darían todo lo que tienen por conseguir un puesto como el que ellos ocupan.

Es cierto, debido a esto, que la gente está faltando menos al trabajo, cogiendo menos días libres, e incluso posponiendo vacaciones, dejando a un lado las bajas médicas para una mejor ocasión,…, por el miedo al despido que se está generando, debido a la inseguridad laboral y al gran número de despidos que se están produciendo.

Esperemos que esta crisis dure lo menos posible, que todo el que no tiene ahora un empleo lo consiga cuanto antes, y sobre todo, que los que no lo hacen todavía, aprendan a valorar la riqueza que tienen al poder decir cada mañana “me voy al trabajo”.

Suerte a todos.