martes, 13 de enero de 2009

Un problema de todos

La educación es el factor más importante que debemos trabajar en beneficio del patrimonio mayor que tenemos en nuestra sociedad: los niños y niñas, ya que ellos serán los hombres y mujeres que en el futuro llevarán las riendas del mundo.

Desde que entré en contacto con el mundo de la educación, he podido hacerme una composición general del panorama educativo, sobre todo en Andalucía. Realmente me he dado cuenta que el actual sistema educativo tiene unas carencias abismales. Esto, unido a otros factores como la pérdida de autoridad de los padres sobre sus hijos, educación familiar más liberal, aumento de los problemas de conducta de los alumnos, pérdida sistemática de la autoridad de los profesores, carencia de recursos educativos, etc..., hace que nuestros y niñas estén en riesgo social y cultural, y consecuentemente, el desarrollo de nuestra comunidad y de nuestro país.

Otro factor importante es la falta de motivación de los y las jóvenes. En épocas anteriores, íbamos al colegio porque era nuestro deber y nuestra función en la vida con la edad que teníamos. En ningún caso discutíamos si era bueno o no. Era lo que había y ya está. Actualmente, los y las jóvenes no saben por qué tienen que estudiar, nadie les explica que están sembrando para el futuro, que todo lo que aprendan y sepan será el producto que tendrán que utilizar para conseguir una vida en mejores condiciones. No entienden que tengan que estudiar matemáticas cuando en el futuro se quieren dedicar, por ejemplo, a conducir un camión. Ese es el gran problema de la ESO. Está en medio de la nada y es donde se produce el mayor porcentaje de fracaso escolar.

En primaria el fracaso suele venir por otro tipo de problemas, sobre todo, déficits intelectuales sin diagnosticar, problemas conductuales no resueltos,...

Una cosa que me ha quedado clara desde el principio es la importancia de la labor de los equipos y departamentos de orientación y de la acción tutorial, para el desarrollo educativo de los y las estudiantes. Y por desgracia, según he podido comprobar en 1ª persona, esta labor deja mucho que desear, sobre todo cuando estos profesionales se dedican a otras funciones dentro de su centro educativo, dejando en 2º plano su principal y más importante actividad: la orientación. Suele producirse una alta tasa de fracaso escolar por la ausencia de orientación o por un consejo orientador erróneo. Es cierto que la ratio de alumnos por orientador que actualmente tenemos en Andalucía es excesivamente elevada, y que es materialmente imposible que se puedan atender a tantos alumnos y familias de alumnos de forma adecuada, pero también es cierto que la figura del orientador todavía no tiene la suficiente importancia como para que los alumnos y sus familias pongan en sus manos parte de su decisión en la elección de su futuro tanto educativo como profesional. También es cierto que existen algunos profesionales que realizan su trabajo de manera excepcional, siendo referencia continua para sus alumnos.

Se podría hacer un análisis mucho más profundo sobre el tema, pero no es ni el momento ni el lugar para hacerlo. Sólo quería reflejar una mínima parte de la realidad, y reivindicar la figura del orientador y la importancia de su trabajo en el desarrollo de nuestros niños, niñas y jóvenes. Todo sea por un mejor futuro para ellos y para la sociedad venidera.