viernes, 18 de abril de 2008

Qué recuerdos...

Qué decir de Guns n´Roses. Marcaron una época musical y han sido uno de los grandes creadores de rock de los últimos tiempos. Merece la pena volver a escucharlos.

De mal en peor ¿o no?

No se hasta donde vamos a llegar con estas televisiones nuestras y con los valores que transmiten. Sólo es necesario encenderla, sea la hora que sea, para ver la degeneración tanto de contenidos como de valores a la que está llegando. Todo el trabajo que hacemos (o intentamos hacer) con los niños tanto en casa como en el colegio, se va al traste al darle al botón de encendido de la, cada vez más bien llamada, caja tonta.

Hubo un momento en la historia de la televisión en el que había una estrella mediática llamada Coto Matamoros (obviaré cualquier comentario sobre el personaje), icono de muchos niños y jóvenes del momento, del que aprendieron su desproporcionada falta de respeto, su excesivo libertinaje y su anárquica verborrea. Muchos niños deseaban ser como él. Afortunadamente casi ha desaparecido de los medios.

Y hoy día, tras sus primeras apariciones el pasado año, donde dejó constancia de la pasta de la que está hecha el tipo, está haciendo furor entre los jóvenes un payaso llamado Risto Mejide. Lo de éste especimen (lo llamo así por lo característico y original que es el chaval) raya el terrorismo psicológico. Podría decir todo lo que pienso sobre éste elemento, pero en las pocas ocasiones en que lo he visto sólo me ha provocado incredulidad, por su falta de respeto, por su desproporcionada intención de hundir la autoestima y la motivación de todos y por su desmedido endiosamiento, encubierto en esa frase que repite hasta la saciedad de "yo te digo lo que pienso". Lo que yo pienso es que si dice lo que piensa sería preciso que se pusiera en manos de especialistas para intentar, al menos, ser más humano (aunque pienso que es un caso perdido). Sólo deseo que pueda seguir los pasos del tal Matamotos y su estrellato sea igual de efímero.

Pero ante todo esto tenemos la pasividad de los directivos televisivos y de los políticos encargados de vigilar los contenidos y los valores que pretendemos inculcar a los hombres y mujeres del futuro. Todos son culpables de que personajillos como estos (que por desgracia abundan en exceso) campen a sus anchas por las televisiones, destruyendo la educación que cada día nos cuesta más trabajo trasmitir a nuestros niños y jóvenes.

Con esto sólo conseguiran que dejemos de utilizar esa caja tonta. Aunque posiblemente eso les de igual. Así que en mi casa mis hijas seguirán viendo Doraemon y Caillou.